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COMO DISTINGUIR A LOS MINISTROS DE DIOS Y A LOS QUE MINISTRAN SIN DIOS

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Por Osvaldo Paiva


Los hombres a quienes Dios ha llamado al ministerio se han caracterizado por su humildad y por mantenerse siempre apartados de las multitudes, de la notoriedad, de los 
Halagos y de la aprobación de la gente. Dios los escogió no por ser los más sabios, los más fuertes o los más talentosos, sino por ser todo lo contrario.

“Pues considerad, hermanos, vuestro llamamiento: No sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. Más bien, Dios ha elegido lo necio del mundo para avergonzar a los sabios, y lo débil del mundo Dios ha elegido para avergonzar a lo fuerte. Dios ha elegido lo vil del mundo y lo menospreciado; lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte delante de Dios.” 1Co. 1:26-29.

Jesús nunca buscó la notoriedad ni tener fama, y aunque la tuvo le causó más problemas que beneficios porque le impedía estar a solas con su Padre "Su fama se difundía cada vez más, y grandes multitudes se congregaban para oír a Jesús y ser sanadas de sus enfermedades. Pero con frecuencia Él se retiraba a lugares solitarios y oraba." Lc. 5:15-16. 

Los verdaderos hombres de Dios pasan mucho tiempo en la presencia de Dios, orando y estudiando las Escrituras para ser instrumentos útiles en Sus manos y solo están pendientes de la voz de su Amo para servirle a tiempo. Cuidan del rebaño de su Señor con diligencia dándoles un buen alimento siempre y nunca descuidan a las ovejas. Ellos no tienen tiempo para sí mismos sino solo para Aquél que los compró con su sangre.

"¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente a quien su señor puso sobre los de su casa para que les diera la comida a su tiempo? Dichoso (Bienaventurado) aquel siervo a quien, cuando su señor venga, lo encuentre haciendo así. De cierto les digo que lo pondrá sobre todos sus bienes." Lc. 24:45-47.

Jesús se hizo voluntariamente pobre aquí en la tierra y nunca aprovechó su gran poder para hacerse rico por medio de las ofrendas de la gente que lo seguía “Jesús le dijo: —Las zorras tienen cuevas, y las aves del cielo tienen nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.” Mt. 8:20. Aunque sí tuvo algunos seguidores ricos como José de Arimatea y la intendenta de Herodes. 

Hay quienes enseñan que los discípulos de Jesús fueron prósperos empresarios, pero la Biblia en cambio dice “Porque considero que a nosotros los apóstoles, Dios nos ha exhibido en último lugar, como a condenados a muerte; porque hemos llegado a ser espectáculo para el mundo, para los ángeles y para los hombres.” 

“Nosotros somos insensatos por causa de Cristo; vosotros sois sensatos en Cristo. Nosotros somos débiles; vosotros fuertes. Vosotros sois distinguidos, pero nosotros despreciados. Hasta la hora presente sufrimos hambre y sed, nos falta ropa, andamos heridos de golpes y sin dónde morar.” 1Cor. 4:9-11.

Sin embargo aquellos que se hicieron ministros a sí mismos, porque nunca fueron llamados por Dios sí buscan los aplausos, los honores, la fama, y que muchos los llamen con admiración apóstoles y profetas. En general se pasan viajando, dando conferencias, escribiendo libros y promocionando sus ministerios para aumentar su éxito y conseguir más dinero.

"Todo eso lo hacen para que la gente los vea y los admire. Por eso escriben frases de la Biblia en papelitos que guardan en cajitas de cuero, y se las ponen en la frente y en los brazos. Cada vez hacen más grandes esas cajitas y los flecos que le ponen a la ropa, para que la gente piense que son muy obedientes a Dios. Cuando van a la sinagoga o asisten a fiestas, les encanta que los traten como si fueran los más importantes. Les gusta que la gente los salude en el mercado con gran respeto, y que los llame maestros." Mt. 23:5-7.

Pero es evidente que Dios nunca llamó a estos hombres, ni ha estado con ellos, ni ellos con El "Yo no enviaba a aquellos profetas, pero ellos corrían. Yo no les hablaba, pero ellos profetizaban. Si hubieran estado en mi consejo secreto, entonces habrían hecho oír mis palabras a mi pueblo, y les habrían hecho volver de su mal camino y de la maldad de sus obras." Jer. 23:21-22.

Finalmente, los hombres de Dios menguan, procuran por todos los medios tener cada vez menos protagonismo cuando están sirviendo a su Amo en la predicación o en la enseñanza “Es necesario que El crezca, y que yo disminuya.” Jn. 3:30. 

Contrariamente los hombres sin Dios necesitan crecer cada día más en su propia gloria y poder, porque es la única manera en que sus ministerios podrán seguir dando muchos frutos y dividendos económicos.

“No recibo gloria de parte de los hombres. Al contrario, yo os conozco que no tenéis el amor de Dios en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís. Si otro viene en su propio nombre, a aquél recibiréis. ¿Cómo podéis vosotros creer? Pues recibiendo la gloria los unos de los otros, no buscáis la gloria que viene de parte del único Dios.” Jn. 5:41-44.




                                             
                                                  
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