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“Te pondrá Jehová por cabeza y no por cola”
En nuestra finquita tenemos cinco perros, todos con cola, ¡a Dios gracias! Con sus colas ellos nos expresan su alegría y su amor. Para los perros, la cola es como una segunda lengua para expresarse.
No soy biólogo ni tengo la menor idea de la función del rabo en los animales, pero no quiero que nadie me los quite. ¿Quién puede imaginar un mundo en que ningún animal tenga cola? ¡Que nuestro buen Dios no lo permita! ¿Cómo nos hablarían nuestros perros si no tuvieran cola? Y aun peor, ¿cómo sería si los animales fuesen toda cabeza, sin más cuerpo que eso?
Por supuesto, los humanos no llevamos cola; nuestro texto es una analogía del mundo animal. Una versión antropomórfica del texto podría ser, “Te pondré Jehová por cabeza y no por dedo gordo del pie izquierdo”. Y de nuevo el problema. ¿Cómo sería una sociedad, o una iglesia, en qué todos son cabeza y no existen los demás órganos y miembros, incluso el dedo gordo del pie izquierdo? ¿Podría ser eso la voluntad de Dios?
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El texto arriba citado, tomado fuera de contexto por los predicadores de la prosperidad, parece ser la cita de un dicho popular. El pasaje aparece al final de la lista de condiciones y bendiciones del pacto (Dt. 28:1-14), antes de expresar, con mucho más detalle, las consecuencias de la desobediencia (28:15-68). El versículo entero reza: “Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová” (Dt 28.13).
Uno de los vicios de nuestra mentalidad moderna es nuestro individualismo egocéntrico, que ve la sociedad sólo como un conglomerado matemático de individuos atómicamente aislados. Ese individualismo es un fenómeno moderno relativamente reciente. En el pensamiento bíblico no se concebía al individuo fuera de la comunidad, ni una comunidad despersonalizada y despersonalizadora. Por eso todo este texto se dirige al pueblo como pueblo (Dt. 27:11), y lo individual (partos, lactancia, cosechas, etc) aparece como aspectos de la vida comunitaria, en una relación integral de persona y comunidad.
En el contexto de este versículo, es obvio que se refiere a la nación, personificada como un “tú”, y no a individuos puestos encima de otros individuos. La frase anterior, “prestarás a muchas naciones y tú no pedirás prestado” (28:12), en el contexto antiguo no se refiere a las finanzas personales sino a la economía nacional: serás una nación acreedora y no deudora. (Las mismas frases en 28:43-44 se aplican específicamente al extranjero). En el mismo sentido, en el terreno internacional Israel será como cabeza, arriba y no abajo. Lo mismo se aplica a la promesa en 28:7, que Dios derrotará a los enemigos de su pueblo, texto que no debe aplicarse a los enemigos personales, como hacen algunos predicadores. Por eso dice el pasaje, “te confirmará Jehová por pueblo santo suyo” (v.9) y “verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Jehová es invocado sobre ti, y te temerán” (v.10).
Si este versículo se aplicara a individuos y no a Israel como nación, produciría un escenario realmente ridículo, en que todos son cabezas (o si no son cabeza, es por su pecado o falta de fe). Un ejército de puros comandantes sin soldados rasos; un pueblo de puros caciques sin indios, como dice el refrán. La verdad es que en la iglesia sobran “cabezas” y hacen falta más y mejores “colas”.
Con la interpretación individualista de este texto salen otras preguntas: ¿cabeza de qué? Aquí cabe el refrán “mejor cabeza de ratón que cola de león”, pero también, mejor ser una buena cola que una mala cabeza (como las hay tantas). Y también, si voy a estar encima, entonces ¿encima de quién? Hace poco un predicador puso a todos a repetir juntos, “Fui hecho para estar arriba”. ¡Cómo los valores paganos de nuestra sociedad infiltran a la iglesia! ¡La competencia es la ley de la vida! Si estoy yo arriba, no importa que otros tengan que estar abajo. ¿Es eso la voluntad de Dios para ellos?
Esta promesa, que en su época se dirigía al pueblo teocrático de Israel, tampoco debe aplicarse hoy a ninguna nación moderna. Hace poco escuché por radio una canción que decía, “Bendice a Costa Rica y sus siete provincias, bendice a sus pescadores y agricultores, porque Dios te ha escogido… Oye las promesas que Dios te ha hecho, te pondré encima de todas las naciones”. ¡Costa Rica es el nuevo Israel, el pueblo escogido de Dios! ¿Y qué de Nicaragua y las demás naciones? Ya la historia ha demostrado los resultados funestos de naciones mesiánicas que creen tener un destino manifiesto de salvar al mundo.
Un último comentario sobre Deut 28:13. Esta promesa, como muestra el versículo siguiente, traía una condición crucial: no “ir tras dioses ajenos y servirlos” (28:14). La promesa es premio por la fidelidad al único Dios y el rechazo de toda tentación idólatra. Por eso dijo Jesús, “No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mt 6:24; Lc 16:13) y San Pablo condenó “la avaricia, la cual es idolatría” (Col 3:5). Estos predicadores, en vez de estar fomentando la avaricia, deben de amonestar al pueblo contra las muchas idolatrías de nuestra sociedad contemporánea.
La mala interpretación con que estos predicadores manipulan un texto fuera de contexto va contra la enseñanza central de la Biblia, especialmente la de Jesús. El modelo social del pueblo hebreo, como muestra el año sabático y el Jubileo, era la igualdad . En el reino de Dios, todos somos reyes; nadie más rey que otro, nadie menos rey. Jesús mismo vino como un siervo (Lc 22:25-27; Jn 13), no para estar encima de nadie. Por eso dijo Jesús que los primeros serán postreros y los postreros primeros (Mt 19:30; 20:16; Mr 10:31; Lc 13.30). Según Jesús, a quien acepta ser cola, Dios lo tendrá por cabeza. ¡Cuanto más pequeño, tanto más grande! Para ser cabeza, hay que ser siervo de todos.
Un texto de San Pablo aplica una analogía fisiológica muy parecida al adagio de Deut 28:13, pero con un enfoque muy distinto:
Además, el cuerpo no es un solo miembro sino muchos.
Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
Y si dijera la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por eso no será del cuerpo?
Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído?
Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato?
Más Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso…
Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito,
ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.
Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son los más necesarios;
y a aquellos que nos parecen menos dignos,
a éstos vestimos más dignamente;
y los que en nosotros son menos decorosos,
se tratan con más decoro.
Porque los que en nosotros son más decorosos, no tienen necesidad;
pero Dios ordenó el cuerpo, dándole más honor al que le faltaba…
(1 Cor 12:14-24)
¡Más claro no canta el’ gallo!
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